La ruta ofrece un recorrido de unos 27 km. por la campiña de Vejer para observar las aves propias de estos espacios abiertos, en los que los mosaicos formados por los cultivos de secano alternan con grandes extensiones de pastizales para el ganado y dehesas aclaradas de acebuchales y encinares, discurriendo entre ellos el río Salado y sus arroyos tributarios.
Inicio: 36°15’39.47”N/5°57’53.29”O. Cañada Ancha.
Final: 36°19’38.10”N/ 5°56’3.93”O. Pk 22 de A-396
Distancia: 27 km.
Dificultad: Baja.
Locomoción: Vehículo y tramos a pie.
Trazado: Lineal.
Temporada recomendada: Todo el año.
Mapa:
Descripción de la ruta:
Comenzamos el itinerario en las inmediaciones de Vejer, tomando la A-396 en dirección a Medina Sidonia, en la barriada de Cañada Ancha (1). Recorreremos unos 6 km. hasta el punto kilométrico 24 (36°18’34.75″N / 5°56’37.98″O) (2), donde encontramos un desvío a la derecha que da acceso a un camino de tierra. Podemos realizar el recorrido de 400 m. hasta el punto de observación (3) a pié o en el coche. El lugar se encuentra en una bifurcación, en el que existe una amplia panorámica de la campiña, buen lugar para el avistamiento de rapaces planeadoras.
Regresamos a la A-396 y continuamos hacia la derecha unos 400 m. hasta encontrar a la izquierda la carretera CA-5201, que se dirige a la aldea de Naveros (4) (36°18’48.80″N / 5°56’33.43″O). Después de recorrer unos 4 km por esta estrecha carretera, al final de una recta y antes de tomar una curva muy cerrada a la derecha, veremos un ancho camino de tierra que se desvía hacia la izquierda (5) (36°19’55.23″N / 5°58’17.11″O). Nos adentraremos en él para aparcar en nuestro segundo punto de observación (2). Desde este lugar haremos pequeños recorridos por el camino (6) (36°19’53.76″N / 5°58’34.05″O) para observar las grandes y medianas rapaces que por allí campean.
Continuamos por la CA-5201 hasta la aldea de Naveros y, antes de entrar en la aldea, justo detrás del cartel que nos indica su nombre y una señal de límite de velocidad a 50 km/h, veremos una pequeña carretera hacia la derecha (7) (36°21’22.98″N / 5°58’38.17″O). Por ella recorreremos unos 3 km, primero entre terrenos agrícolas con cultivos de secano y luego por una zona densamente poblada de acebuches y abundante matorral mediterráneo (8) (36°21’9.21″N / 5°57’6.76″O). Tras pasar un suave cambio de rasante, veremos a nuestra derecha una pequeña cortijada y a la izquierda un gran depósito circular de agua, en una zona donde abundan las chumberas. Nos adentraremos en el siguiente camino a la derecha (9) (36°21’8.01″N / 5°56’39.03″O), recorriendo a pié unos 600 m. Este recorrido desciende por una vaguada formada por un pequeño arroyo, hasta que la perspectiva sobre la campiña se amplía. Se trata de un zona de transición entre dos ecosistemas, como son el monte mediterráneo y los cultivos agrícolas, lo que favorece la presencia de una interesante avifauna (10) (36°20’52.00″N / 5°56’41.77″O).
Regresamos al vehículo para continuar por la estrecha carretera, hasta encontrarnos de frente con la A-396, que a la izquierda se dirige a Medina Sidonia y a la derecha hacia Vejer. Tomamos la dirección a Vejer y, a unos 150 m, giramos a la izquierda para acceder a un camino de tierra (11) (36°20’57.61″N / 5°55’50.09″O), por el que avanzaremos hasta llegar al segundo camino que se desvía a la izquierda. Frente a él, a nuestra derecha, establecemos el cuarto punto de observación (12) (36°20’26.70″N/ 5°54’51.16″O), dejando el vehículo y recorriendo a pie el estrecho sendero que discurre entre los cultivos de secano. Éste es un buen lugar para observar pequeñas y grandes aves esteparias.
De nuevo en nuestro vehículo, continuaremos por la pista de tierra hasta llegar a una bifurcación en la que nos desviaremos a la derecha (13) (36°20’17.32″N / 5°53’59.36″O) y seguiremos hasta el siguiente cruce, último punto de parada para observación (14) (36°19’42.98″N/ 5°54’29.01″O), para aparcar en el camino de la derecha. Este lugar es de similares características que el anterior, y realizando trayectos cortos de ida y vuelta podremos recorrer andando cualquiera de los cuatro caminos que parten del cruce. Concluidas las observaciones, seguiremos conduciendo de frente por el mismo camino donde aparcamos hasta llegar nuevamente a la A-396, dando por finalizado el itinerario.
Especies:
Las grandes rapaces planeadoras son las protagonistas, destacando entre ellas el águila imperial ibérica, considerada como una de las rapaces más amenazadas del mundo, que encuentra en estos ecosistemas uno de sus últimos refugios. Buitres, alimoches y otras grandes y medianas rapaces, tanto diurnas como nocturnas, también hacen uso de los abundantes recursos que ofrecen estos parajes. Las extensas superficies dedicadas a los cultivos de secano son el hábitat de las denominadas especies esteparias, entre las que figuran sisones, carracas y alcaravanes, además de calandrias, alcaudones, terreras y una gran variedad de pequeños paseriformes.
Junto con la antigua laguna de La Janda, ubicada en las inmediaciones, estas amplias extensiones son también utilizadas por multitud de especies migratorias como lugar de tránsito y descanso, contribuyendo así a la gran riqueza ornitológica que se puede observar.
El águila imperial ibérica frecuenta la campiña en su búsqueda diaria de alimento, sobrevolándola a gran altura. Los ejemplares adultos son solitarios y difíciles de observar, así que las escasas observaciones que se pueden realizar corresponden más a ejemplares jóvenes en dispersión. El águila imperial ibérica dejó de reproducirse en estos parajes a mediados del siglo XX, y su nueva presencia se debe a un programa de reintroducción que está llevando a cabo la Consejería de Medio Ambiente en colaboración con la Estación Biológica de Doñana (CSIC).
Los buitres leonados, al contrario de lo que ocurre con el águila imperial ibérica, son muy abundantes y también permanecen durante todo el año en estos territorios, donde tienen varias colonias de cría en los grandes afloramientos rocosos. Normalmente se pueden ver planeando. Junto a ellos suele volar el alimoche, una rapaz carroñera más pequeña y mucho menos abundante, que también nidifica en cortados rocosos. Es una especie estival que comienza a llegar en marzo y que, a finales de verano, se agrupa en bandos para retornar al continente africano.
Otra especie estival que coincide con el alimoche en las fechas de llegada y de partida es el águila culebrera europea. Caza en campo abierto y es la única rapaz de gran tamaño que se cierne en el cielo con las patas colgando. El águila perdicera es algo mayor que la culebrera y sobrevuela su territorio de caza a gran altura.
De menor tamaño son las aguilillas calzadas y los milanos negros, dos especies de rapaces estivales que campean a no mucha altura y que nidifican en la comarca. A la primera podremos observarla de marzo a octubre, mientras que a los milanos los veremos de febrero a agosto. Si coincidiendo con el momento de su marcha arrecia el viento de levante durante varios días, podremos observar bandos muy numerosos divagando por la zona a la espera de que amaine el viento para cruzar el Estrecho.
Otras rapaces de menor tamaño que podremos avistar son el cernícalo primilla y el elanio común. Comparten una singularidad, que es la costumbre de cernirse en el aire para localizar a sus presas, pero mientras que los cernícalos lo hacen durante todo el día y con aleteos muy rápidos, los elanios son más bien crepusculares, saliendo a cazar a últimas horas de la tarde y aleteando más pausadamente. Estos últimos son sedentarios, mientras que los cernícalos son estivales y comienzan a llegar a finales de febrero, permaneciendo en la zona hasta noviembre. De colores mucho más vistosos son los abejarucos, que vuelan en ruidosos bandos capturando todo tipo de insectos.
Si alguna especie es especialmente abundante en la comarca es la garcilla bueyera. Se trata de una especie que está presente en la zona durante todo el año, siendo bastante fácil su observación. Esta pequeña garza, de plumaje totalmente blanco, acompaña frecuentemente al ganado vacuno para alimentarse de los insectos que espantan a su paso.
Las aves esteparias que nidifican y se alimentan en el suelo no son fáciles de observar porque divisan fácilmente a sus posibles enemigos en las grandes extensiones desprovistas de vegetación y porque para pasar desapercibidas suelen mostrar un plumaje muy críptico, de tonos pardos muy moteados, como en el caso del sisón común, la mayor de nuestras aves esteparias residentes, una vez desaparecida la avutarda. Los meses de marzo y abril son los más apropiados para observarlos porque es su período de reproducción y los machos realizan unos cortejos muy llamativos, dando pequeños saltos desde el suelo abriendo totalmente las alas, mostrando el blanco de las partes interiores. Frecuentan eriales y bordes de las zonas de cultivo, compartiendo estos espacios con otras especies esteparias como calandrias, cogujadas, terreras y alcaravanes.
Paisajes:
Campiña, pastizal, dehesa y acebuchares.
Ficha financiada por:
«Ruta Milenaria del Atún»