Henri Rousseau (1844-1910) nació en Laval, en el norte de Francia, el 21 de mayo de 1844 en el seno de una familia modesta. Trabajó como pasante, se enroló en el ejército durante 4 años y finalmente consiguió un puesto de funcionario en París. Empezó a pintar en serio con poco más de cuarenta años, y a la de edad de 49 se retiró de su puesto en la administración para dedicarse de lleno a la pintura.
A pesar de las intenciones «realistas», en la obra de Rousseau destacan el tono poético, la búsqueda de lo exótico y, sobre todo, su estilo naíf, reflejo de una aparente sensibilidad infantil propia de los artistas con poca o nula formación académica; esta ingenuidad otorga con frecuencia a sus trabajos un aspecto involuntario de caricatura. En el caso del pintor de Laval, es efectivamente su formación autodidacta junto a una primacía de la fantasía sobre lo real lo que determina este estilo, de difícil inclusión en movimientos artísticos de la época. A pesar de desconocer las técnicas compositivas, logró dotar a sus obras de un sugerente y complejo colorido, muy elogiado entre sus seguidores.
En 1866 expone invitado por los antiacademicistas en el Salon des Indépendants, que posibilitaba tendencias nuevas -de otro modo su pintura no podía haber alcanzado los filtros de la Academia- y es allí donde recibe los elogios de autores como Gauguin o Seurat logrando poco a poco hacerse reconocer por varios pintores vanguardistas.
Ficha técnica
Título: Los flamencos
Fecha: 1907
Ubicación: Colección privada.
Características: 114 x 163,3 cm.
Material: Óleo sobre tabla.
Especies representadas: Phoenicopterus ruber