B95, cuya vida es relatada en un libro lanzado la pasada semana en Estados Unidos, es un correlimos gordo (Calidris canutus), tan longevo que ha superado todas las expectativas. En sus travesías anuales desde el Ártico canadiense hasta Tierra del Fuego, en Argentina, se estima que ya ha volado una distancia que supera la existente entre nuestro planeta y la Luna.
La especie ha sufrido un grave declive debido a la sobrepesca en ecosistemas de los que depende, pero B95 ha logrado sobrevivir. «No podemos creer que viva, porque es un ave en libertad que ha pasado por situaciones terribles y drásticas. Por eso también es especial y todos quieren ver a B95», dijo a BBC Mundo la bióloga Patricia González, parte del equipo que anilló al ave en Argentina en 1995.
«La población de correlimos gordo ha sufrido tantas declinaciones que pensamos que no deben vivir más de siete años», agregó. En el año 2000 hubo una reducción drástica del 40% de la población.
Para Allan Baker, experto del Real Museo de Ontario en Canadá, quien viaja cada año a la Patagonia para trabajar con González y también monitorea al ave desde el 95, «ésta es tan popular porque tiene al menos 18 años, o más, ya que podría haber tenido tres o más cuando la anillamos. Esto equivale a un ser humano que llega a los cien años de edad».
El ave se ha transformado en un símbolo no sólo de las amenazas crecientes que enfrentan las especies migratorias sino de su estrecha dependencia de las acciones humanas.
La migración.
Los correlimos gordos, también conocidos como playeros rojizos o playeros árticos, llegan al Ártico en junio para reproducirse y adultos y juveniles parten en torno al 15 de julio.
No todas las aves siguen la misma ruta. Llegan a Tierra del Fuego a fines de octubre y principios de noviembre, donde permanecen en general hasta mediados de febrero.
«Algo muy importante que realizan cuando llegan a Tierra del Fuego es la muda de las plumas de vuelo, lo que requiere mucha energía y les da gran vulnerabilidad frente a aves rapaces como el halcón peregrino», señaló González.
Allan Baker y Patricia González vienen monitoreando al ave desde 1995. También deben modificar el plumaje del cuerpo. «Cuando están en Tierra del Fuego no son rojizos, sino blancos o grises porque tienen un plumaje básico. Deben cambiar al plumaje reproductivo que es el rojizo y esta muda también insume mucha energía».
Además de detenerse en San Antonio Oeste para completar este proceso, algunas aves hacen paradas en la Coronilla y Laguna de Rocha en Uruguay, así como en el sur y el norte de Brasil. La mayoría de los sitios donde paran los playeros rojizos son áreas protegidas que han sido reconocidas internacionalmente por la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras.
En el Ártico es donde se forman las parejas. «Cuando los pollitos nacen las hembras se van y empiezan la migración al sur. Los machos se quedan tres semanas más hasta que los pichones empiezan a volar.Hay machos que no logran llevar a cabo la cría y comienzan a migrar antes y son vistos en los primeros grupos que llegan a la parada del Archipiélago de Mingan en Quebec. En agosto hay una segunda llegada de los machos que han criado pichones. «A B95 siempre lo hemos visto llegar tarde, en agosto, por eso pensamos que es muy buen padre».
Educación y sensibilización.
González trabaja en colaboración con científicos a lo largo de toda la ruta migratoria y mide las condiciones en que se encuentran los individuos. «Los playeros necesitan juntar masa corporal y nutrientes no sólo para viajar hasta el Ártico sino para sobrevivir una vez que llegan, cuando la nieve aún no se ha derretido y hay tormentas».
Algunas escuelas de la ruta migratoria mantienen contacto entre ellas «Algo que hacen las aves es unir gente a lo largo del continente. Yo llevo conmigo cartas de una escuela en San Antonio Oeste a otra escuela en Nueva Jersey. Los chicos ya estuvieron en contacto por Skype y aunque no saben inglés usan los traductores y se las arreglan para comunicarse».
B95 ya ha inspirado un cuento que fue llevado al teatro en Argentina y el pasado viernes el escritor estadounidense Phillip Hoose presentó un libro sobre esta ave extraordinaria titulado «Un año al viento con el gran sobreviviente B95».
Para la bióloga argentina, aves como B95 «no tienen fronteras y nos están mostrando a nosotros que tampoco deberíamos tener fronteras y que dependemos no solamente del lugar donde vivimos sino del resto del planeta».
Fuente: bbc.co.uk
Que historia mas linda de esta ave que a viajado tantos kilometros que los kilometros que hay a la luna , me emosione tanto cuando vi a este ser que cuida a estas aves que senti la necesidad de felicitarla a ella y todo su grupo de biologos. Mis felicitaciones un abrazo para todo este grupo de biologos