Cada año se anillan en España 400.000 aves cuyos datos van a parar a un censo nacional del Ministerio de Medio Ambiente, imprescindible para conocer cómo son las aves, cuáles son sus rutas migratorias, qué amenazas les acechan y lo más importante: dar las claves para su conservación.
EFEverde ha acompañado esta mañana a uno de estos equipos de profesionales y voluntarios en el parque del Sureste, en el término municipal de Rivas-Vaciamadrid, que a primera hora de la mañana colocaban unas «redes japonesas» verticales muy finas, no dañinas para las aves y prácticamente transparentes «para que los pájaros no las vean y caigan en ellas».
Jorge y Pablo acechan vigilantes a que algún ejemplar sea atrapado por la red y, cuando se produce la captura, se acercan a recogerlo en una bolsita transpirable de tela y lo llevan al «pequeño campamento científico» que montan cada mañana para hacerles el «documento nacional de identidad», o lo que en términos ornitólogicos se conoce como «el anillamiento».
Con la ayuda de Pablo, Jorge pesa a una estilizada abubilla que han capturado, la mide, estudia sus plumas para calcular su edad, estima su masa corporal y otros tantos datos que anota cuidadosamente, para luego incorporar a la base de datos ministerial, antes de dejarla en libertad de nuevo junto a las riberas de los ríos Jarama y Manzanares.
Cada vez que esa abubilla vuelva a ser capturada en una red de anillamientos y/o cuando muera, su ‘dni’ aportará «información clave sobre su ruta migratoria o la vida de este ave de la familia de las coraciiformes, de fama maloliente pero de extremada belleza por sus plumas de estampado cebra, su moño pardo-rosado y su largo pico curvado.
Dando ejemplo
Federico García, coordinador de Voluntariado de SEO/BirdLife, explica que esta organización, con el apoyo del Ayuntamiento del Rivas, de la empresa Carrefour y de centenares de voluntarios -muchos de ellos trabajadores y clientes del supermercado que esa compañía tiene en Rivas- están dando ejemplo en el parque del Sureste, de cómo se conserva un hábitat vital para las aves.
Entre las actuaciones que desarrollan están: la colocación de más de 130 cajas nido para la reproducción de pequeñas aves (cernícalos y autillos), tareas de limpieza (más de 700 kilos de residuos recogidos), apoyos de un tendido eléctrico, eliminación de especies invasoras, inventarios de mariposas y anfibios o regeneración de la cubierta vegetal.
Preguntado sobre que le aporta trabajar en estas labores como voluntario, Pablo Rey, que trabaja en el departamento de mercadotecnia de una empresa y es vecino de Rivas, responde sin dudarlo: «es una manera estupenda de ‘desestresarse’ y cuidar de algo que nos aporta mucha felicidad, que es el disfrute de estos espacios naturales».
Y a continuación, agrega: «además, no basta con decir soy ecologista, hay que hacer acciones ecologistas»
Fuente: EFEverde